El recorrido para llegar al andén es el siguiente: un acceso sin rampa habilitada en la entrada, seguido de una escalinata de ocho peldaños para bajar y otros ocho para subir unos metros más adelante. A continuación -entre el suelo resbaladizo y las humedades en las paredes- aparece un tramo de 23 escalones ascendentes que conducen hacia los tornos. Una vez en este punto, una pantalla indica el destino exacto del tren, con escasos minutos de antelación para llegar al andén adecuado antes de que este se ponga en marcha. Es cuestión de suerte que coincida con el más cercano, porque de no ser así, el recorrido descrito anteriormente deberá de repetirse de forma inversa hasta llegar al otro lado de las vías.

 

El mantenimiento y el entorno de la estación tampoco acompaña. El interior de la misma tiene numerosas goteras por donde se filtra el agua y encharca el suelo en los días de lluvia. El techo tiene agujeros donde se pueden ver las tuberías y el cableado del edificio. Y una valla con barrotes blancos hace que esta parezca "una cárcel", como denominan algunos de sus vecinos. La falta de iluminación y de seguridad en su aparcamiento es otro de los problemas. El asfalto tiene grietas y socavones, e incluso un contenedor abandonado en medio de de la carretera.

 

 

"La sensación es de total abandono, no se ha retocado nada desde que se inauguró la estación. Es tercermundista", afirma Ricardo Zamora, presidente de la Asociación de Vecinos de Móstoles-El Soto. "Los vecinos estamos hartos de que Adif y Renfe "estén incumpliendo constantemente la normativa", añade.

 

En 2016 estaba previsto una reforma integral de la estación, con un presupuesto de más de 1.000.000 de euros. "La obra quedó paralizada, no sabemos nada de ese dinero, ha desaparecido", denuncia Zamora.

 

El barrio de Móstoles-El Soto tiene más de 210.000 habitantes y su estación de Cercanías es la forma principal para llegar a otros puntos de la capital. Además, esta se encuentra cerca del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, a uno de sus campus, el centro de investigación de Repsol y a numerosas viviendas. Por tanto, es un punto que demanda el uso de este transporte público. "A diario pasan trabajadores y estudiantes por esta estación y la forma de llegar es un suplicio", señala Zamora.

 

 

Postura del CERMI

 

Esta estación forma parte de las casi 30 -sobre un total de 90- de la red de Cercanías de Madrid que aún no son accesibles. Según, Luis Cayo Pérez Bueno, presidente del CERMI, "el sector del ferrocarril está ahora mismo fuera de la ley".

 

Pérez Bueno considera que lo único que hace falta es que se cumpla la ley de 2017, que obliga a que la infraestructura ferroviaria -estaciones y material rodante- sea accesible antes. "Estamos en incumplimiento flagrante de ese mandato normativo, 5 años después, con grave lesión de los derechos de las personas con discapacidad", señala con vehemencia el presidente y añade que "no podemos asistir a estas vulneraciones de brazos cruzados".

 

El CERMI ha mantenido durante años numerosas reuniones con Adif, Renfe y el Ministerio de Transporte, pero según Pérez Bueno, "para estas empresas y autoridades, los deberes de accesibilidad son secundarios, siempre hay otras prioridades". A su vez, el presidente critica la postura de estas entidades, que "justifican las infracciones de los deberes legales". "Las necesidades de las personas con discapacidad se sacrifican sin mayor problema", concluye.

 

En el caso de Móstoles-El Soto, los Presupuestos Generales del Estado para 2022 incluye una partida aprobada para convertir accesible esta estación. No obstante, Renfe señala que el proyecto de remodelación integral de esta parada "se encuentra en estos momentos en redacción, en la fase de elaboración de estudios previos".

 

Fuente: 20 minutos